Hoy en día, a pesar del modelo económico neoliberal y de una palpable globalización, la educación constituye un elemento esencial para el combate a la pobreza, ejemplo de ello han sido Singapur y Corea del Sur, quienes, al enfatizar y promover la educación nacional, obtuvieron bajar los índices de personas pobres, además de alentar el desarrollo nacional.
La educación bien dirigida, incentiva la investigación científica, por lo que los países pueden crear y desarrollar tecnología, y por consiguiente lograr la innovación tecnológica, lo cual derivaría en una eficiencia productiva, originando un crecimiento y desarrollo económico.
La población al recibir una adecuada educación, le permite tener una mejora en su calidad de vida. De hecho esta premisa, ha sido impulsada por las Naciones Unidas. Como se observó en líneas anteriores, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es, precisamente combatir el analfabetismo y poner en marcha políticas públicas que contravengan el rezago educativo, alistando una sociedad científica.
Hablar de la educación, es atender a los agentes inmersos: instituciones, directivos, docentes, alumnos e incluso administrativos, a partir de políticas públicas que sean viables, eficaces y eficientes que pongan en movimiento una calidad educativa que incluya las necesidades de estos, así como una adecuada infraestructura para lograr los objetivos planteados.
Ahora bien, debemos señalar que incrementar la matrícula no es precisamente mejorar la calidad educativa. La calidad educativa es brindar un mayor nivel de preparación y de formación a los alumnos. Los encargados de llevar a cabo dicha misión son los docentes, por lo que al llevar a cabo políticas públicas, se deben ofrecer condiciones laborales dignas, incluyendo a la par una formación y una gestión adecuada para su constante capacitación.
Cabría plantearnos, ¿por qué a pesar de que se han llevado a cabo reformas en materia educativa, no se han tenido los resultados deseables tanto para el Estado como para la sociedad? Pues bien, la respuesta radica en la propia política pública educativa, la cual no ha vislumbrado correctamente a las necesidades de los actores en materia educativa, ni ha sido acorde con el propio contexto social.
Finalmente cabe destacar que, la educación no solo combate a la pobreza, sino que además representa una necesidad de carácter intelectual y espiritual de todo ser humano. Por lo que, se debe provocar una concientización por parte de la sociedad del papel transformador de la educación en el desarrollo, en la mejora de calidad de vida, en un factor de inclusión social y de las oportunidades que engendra para salir de la condición de pobreza.
Por consiguiente, el Estado debe ser un adecuado rector en políticas públicas, ya que cualquier cambio en materia económica, política o social, incide directamente una en otra. Si realmente desea combatir el fenómeno de la pobreza, deberá desenvolver su papel de una manera eficaz, eficiente, respetuoso de los derechos humanos, equitativo, incluyente de cada una de las diversas necesidades de las clases y grupos sociales, justo, igualitario, atento al panorama global y modulador de acciones que coadyuven a un buen funcionamiento, con el fin de alcanzar un desarrollo sostenible.
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